domingo, 15 de abril de 2018





Había escondido en algún rinconcito de su pensamiento la efímera imagen de aquel encuentro, unas sonrisas tímidas y un pequeño roce de sus manos casual, un alud de silencios que tanto habían dicho y un sinfín de palabras que nada decían.

En su corazón latía la magia de aquella noche con café, las miradas y el abrazo, aquel abrazo…
Y tras su marcha el vacío, tantas jornadas esperando y toda la magia se esfumó por momentos al despedirse.

De aquello aprendió que la vida son instantes fugaces, que cuando quieres darte cuenta el ayer es pasado y el mañana es incierto.

Y cada noche, al cubrir su cuerpo con las sábanas, intentaba recordar aquella efímera imagen de aquel encuentro… aunque sabía que toda la magia seguía ahí, y aunque el tiempo pasaba despacio en sus horas, la vida se le escapaba rauda en sus instantes, sola…




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