Son tus entrañas su cuna,
tus brazos su consuelo,
tus besos su sonrisa,
tus lágrimas su desasosiego.
Pero pasa el tiempo,
y son tus entrañas un cuerpo,
tus brazos una extensión,
tus besos una rutina,
y tus lágrimas... sólo son eso.
Entonces tus entrañas se rasgan,
tus brazos caen yermos,
tus besos se apagan,
y tus lágrimas... son fuego.
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