domingo, 18 de febrero de 2018





 
Abro la mente para intentar descubrir nuevas sensaciones, buscando la manera de interpretar tus mensajes, pero en realidad lo que más me impresiona es la facilidad que tengo en convertirlos en aquello que yo deseo.
Y es que cuando me miras interrogante, lejos de decidir entre el café o el zumo, en mi imaginación ya te desvestí, y al no contestarte y encontrarme la taza y el vaso delante, despierto de nuevo.
Entonces sonríes pensando que aún estoy en trance, que no amanecí del todo, mientras yo te vuelvo a interpretar a mi manera, como una invitación a que te bese sin remedio.
Al ver mis ojos clavados en tus ojos crees que intento preguntarte algo, entonces vuelves a tu mirada interrogante,… volví a desvestirte.
Y mientras… el café se enfría, el zumo me espera, y lo peor de todo… no he mediado palabra, y soltando una manzana me besas en la frente y te despides, pensando que hiciste lo mejor al servirme el desayuno.
Y así me va, tan sólo amigos… está visto que lo que se dice interpretar, yo siempre lo hago a mi manera. ¿No podrías tú interpretarme a mí mañana? (Sólo por no tomarme el café frío con el alma candente).




martes, 13 de febrero de 2018





Necesito una sola mirada que me diga que lo estoy haciendo bien, una sola caricia que me haga sentir que estoy viva.
La inquietud de un instante débil que demuestre la fortaleza de un sin fin de emociones.
La energía desmesurada de un beso otorgado sin condiciones.
Un simple deseo de percibir un... Estoy aquí siempre.
Necesito tanto de ti… que por callar desespero y por esperar, vivo día a día en la ilusión de percibir un solo atisbo de ternura de tu corazón guerrero.
Días de transición, noches de inmensa solitud… futuro incierto, más el incitar no deseo. 
La vida es un mundo, en él me muevo, y si por vivirla muero, que sea con la esperanza de ver algún día tu rostro cercano susurrándome un te quiero.




domingo, 11 de febrero de 2018




Le regalé mi silencio,
al alba, al atardecer, al anochecer.
Le regalé mi silencio,
mas no lo supo entender.
Le regalé mi silencio,
y con el tiempo,
me vió desaparecer.

Entonces suplicó mis palabras,
... y le regalé mi silencio, otra vez.