Le ofrecí odio al rencor,
y el rencor se volvió contra la pena,
y la pena se volvió contra el enfado,
y el enfado contra la tristeza,
y cuando la tristeza se volvió,
encontró la sonrisa discreta,
que se volvió contra la risa,
y ésta contra la vergüenza,
y volví a ser yo,
dentro del desorden de las piezas,
piezas que se unen,
se sueltan,
se pisan y tropiezan.
Y volví a ser yo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario