lunes, 1 de abril de 2019





Es un dolor lacerante,
que quema como sal en herida,
que por más que sepas que duele
siempre te pilla desprevenida.

Es un dolor lacerante,
que nubla el alma ya rendida,
que por más que quieras zafarte,
siempre te dobla y lastima.

Es un dolor lacerante,
que roza y  y pincha cual espina,
que por más que intentes ignorarlo,
te persigue por las esquinas.

Es un dolor lacerante,
pero ya no me quedan más lágrimas
que rodar por mis mejillas,
mujer fuerte me llaman...

(...alma rota y perdida...)



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